Este 2 de mayo se cumplen 25 años de la muerte de Antonio Herrero, que nos dejó con 43 mientras hacía submarinismo en Marbella.
En aquella época yo estaba haciendo realidad mi sueño de ser periodista estudiando en la Universidad de Navarra. Y todo gracias al esfuerzo sobrehumano de mis padres.
A Antonio le ‘conocí’ por mi hermano, Antonio, en una época oscura de mi vida. Estaba en Sevilla, en Derecho, carrera que odiaba profundamente pese a que me dijeran que «era todo salidas».
Gracias a él y a José María García descubrí mi profundo amor por la radio.
Con su voz inconfundible, sus entrevistas agresivas y su cimitarra (cuando tocaba) me conquistó. A mí y a toda una generación de periodistas o al menos de personas que sueñan con serlo.
Recuerdo cómo indagué sobre su paso por Pamplona. Compartíamos una afición, correr. Eso, según un profesor que tuvimos, Esteban López Escobar, forjó su carácter. El mío también. Hasta que dejé de hacerlo.
Antonio Herrero Lima, sigue descansando en paz porque somos muchos los que recogimos tu testigo y los que, de alguna manera, te honramos como podemos.
Pasan los cumpleaños y cada vez es más difícil encontrar un regalo que me guste, aunque creo que esta vez he tenido suerte. El Señor ha sido especialmente generoso conmigo en este 2022.
El dinero siempre viene bien, claro, y más en estos tiempos de guerra, especulación y torpeza de los gobernantes. Gracias, papás, María del Mar y tía Conchita de parte mía y de Endesa.
¿Un desayuno con los mejores churros y chocolate con Antonio, mi hermano del alma, con 30 grados a las 9 de la mañana en Sevilla?
Un menú baratito ( lo que va en rojo no, ¿eh?) en el wok con la mujer que quiero? Y entre sushi y sushi de salmón borracho de salsa de soja otro regalo, el de las lecciones de vida de mi suegro y amigo Pepe (no te olvido, chaval).
Llamadas de primos, amigos y hasta de Lauren, un compañero del Diario Palentino, el primer periódico en el que trabajé con un contrato ‘de verdad’ allá por 2001?
¿Una confesión con mi amigo sacerdote Javi, al que conozco desde hace 45 años más o menos y al que hacía mucho que no veía? Y en el Edificio América, nexo de unión.
¿Una gorra del club de golf de la Base de Rota (no he jugado en mi vida, pero sí iba al Pizza Villa de niño y adolescente) de mi amigo Joe M?
Regalo de Luis, Julia y Sofía.
¿Un abrazo de mis primos Luis y Julia y de sobrina segunda Sofía después de un año incomunicados?
¿Ver que está bien Ana, la viuda de Santiago el portero, que se encuentra en una residencia que parece un hotel? Ellos pertenecen a mi infancia y adolescencia feliz.
¿Probar las navajas en la imponente terraza de mis amigos los Lluch mientras recuerdo a mi Lola?
¿Tener el teléfono de unos curanderos del pelo de Dos Hermanas?
Creo que me voy a quedar con el babero azul de la foto.
Me lo regaló una señora que vivía en la residencia de Ana. Estaba colocada justo enfrente de la entrada.
No esperaba a nadie. ¿Y por qué lo pienso? Porque tenía esa mirada de abueletes de obra. Se la veía feliz desde su privilegiado palco observando a los que llegaban a visitar a sus seres queridos, y cómo estos salían con ellos.
No puedo ocultar mi amor por los ancianos (a mi Silvia le pasa igual, y hasta le pagan). ¡Se aprende tanto de ellos!
Para variar, me acerqué a ella y le dije que era muy bonito aquello y que daban ganas de quedarse. Se rió con ganas e intentó disuadirme. Ana estaba al caer y la conversación iba a ser muy corta… Y tampoco sabía si mi nueva amiga estaría de buen ánimo o no. Así que después de hablar de la comida (pinché en hueso) me fui despidiendo.
Y entonces sacó eso y me dijo que era muy importante.
Me esperaba cualquier cosa, la verdad. Ser curioso por vicio y por oficio es lo que tiene. Así que empecé a abrir esa inmensa servilleta azul y para mi tranquilidad estaba limpia, por lo que he podido guardar el mejor regalo de este cumpleaños número 48.
Como muchos españoles, me cuesta llegar a final de mes, y más ahora con la luz, etc. etc.
Escuchábamos mi mujer y yo la radio, Onda Cero Burgos, y ahí dijeron los puntos de recogida de ayuda para Ucrania. Suerte que nuestra parroquia, la de Nuestra Señora del Rosario, en Burgos, es uno de ellos.
Así que nos volvimos locos… Gasas, Betadine, arroz y latas.
Puedes tener dificultades para llegar a final de mes, puedes estar endeudado hasta las cejas… Pero tienes casa, calefacción, comida, mantas, medicinas, agua, no te bombardean, no te matan ni a ti ni a los tuyos…
Quiero publicar esto porque seguro que a ti también te conmueve lo que está pasando no muy lejos de tu casa.
Igual piensas que soy un exhibicionista, un bien queda… Es posible.
Recuerdo que hace 20 años y pico monté en Palencia , donde trabajaba como periodista, una comida el día de Nochebuena para gente necesitada.
Fue increíble. De cuento de Dickens. Colaboraron el dueño de un restaurante, un antiguo chef de Cocó Chanel, el gerente de Carrefour, un carnicero, un pescadero, un empresario de marisco, un director de la delegación de una compañía de seguros y sus secretarias (con maridos e hijos), unos comediantes que acabaron como mendigos…. Es lo bueno de mi oficio: creas una red de contactos increíble.
En mi periódico solo me ayudaron dos personas (el director publicó la historia sin nombres ni apellidos y un dibujante puso su granito de arena en el reportaje). El resto… Nada. Bueno, sí, una progre (y perdón si parezco de vox) que me dijo que lo mío era postureo católico, que era del Opus y me habló de la película ‘Plácido’ y ponga un pobre en su mesa… Hubo risitas cómplices.
Y yo casi tiré la toalla porque las cosas no marchaban… Pero los otros locos tiraron de mí.
Rezo, rezamos, pero, como dijo Cromwell, hay que confiar en Dios pero también mantener la pólvora seca.
Nuestra pólvora son alubias, lentejas, albóndigas, gasas, Betadine…
Hubo un hombre que me enseñó a ser soñador y a saber que había muchos más, un ejército de juannadies. De otro aprendí que había que amar el mundo apasionadamente.
Sí, tengo COVID, y no, no me estoy muriendo. Tengo mucha fe, es mi mayor tesoro, pero eso no quita para que piense si esto se va a agravar (llevo tiempo sin fiebre, aunque estoy algo mareado, cansado y con escalofríos) o si me quedarán secuelas. Sabemos tan poco de esto!
Caprichos de la vida (ya me pasó cuando fui padre durante varias semanas de un nasciturus invisible), di positivo anoche 48 horas después de la tercera vacuna.
Mis amigos antivacunas se relamen con argumentos que rechazo de plano y no me río porque hay muchos muertos. Como mi tía Consuelo. Solo hago este razonamiento: dónde estaría yo si el bicho hubiese entrado en mí sin que estuviera protegido por Pfizzer, Moderna…
Esta noche me he puesto sentimental viendo Frasier. Es un capítulo que transcurre en el hospital, y me he acordado de cierto artículo que escribí hace varios años en el blog que me hizo mi buen amigo Pedro Gómez. En él hablaba de una falsa alarma de infarto de hace años, y mi tranquilidad pasmosa para ir a Urgencias. Siempre tienes la idea (equivocada) de que nunca te va a pasar nada y la certeza (aplastante) de que, al menos en mi caso, vas ligero de equipaje.
Y ahora lo vuelvo a hacer. Poco más he de añadir a lo que escribí. Si acaso he dejado atrás mi motivación política (¡menudo chasco!) y no dejo de pensar en las dos mujeres de mi vida, mis dos grandes amores, mi madre y mi esposa, Charo y Silvia (curiosamente así me iba a llamar mi progenitora si hubiese sido niña). Mi mamá no sabe nada porque bastante tiene con lo suyo, y yo, un reputado mentiroso, siempre tendré las nuevas tecnologías para marcarme un ‘Goodbye Lenin’. Y mi mujer… Mi mujer… Hay tantas cosas que me gustaría decirle, y se las voy a decir. ¡Sabemos tan poco de esto!
Podría decirle lo mucho que la quiero y la necesito, lo desastre que soy y lo que supone en mi vida, lo increíble que me parece que se haya fijado en mí, me acepte y me quiera con mis michelines, mi alopecia y mis miserias interiores, lo pequeño que muchas veces me siento a su lado y lo solo que me veo cuando no está. Así que diré Silvia , Silvia, Silvia
Ayer charlé con mi jefe (fueron solo dos meses en El Mundo del País Vasco pero siempre será mi jefe), melchor miralles . Le pedí ayuda, siguiendo los consejos de mi amigo Diego Armario para mi libro, Memorias de un becario (gracias, Jorge Urdiales Yuste y a muchos socios como Juana, Rebeca, Germán Martínez Rica o Ignacio Moreno Flores ). Me ha pasado un material buenísimo y lo que es mejor, me ha hecho retroceder 24 años a ese mágico verano del 97.
También he sentido mucha pena. Lo que hubiese dado por haber trabajado para él, por dejar mi cómoda silla de oficinista ¡y jugar a ser David Beriain!
Sé que Melchor no me creerá, pero trabajaría con él gratis, a modo de hobby. Luego ya veríamos, pero con él me sentiría periodista. Solo te pido una oportunidad, Melchor Miralles, y te vuelvo a decir la misma frase con 25 años más… MELCHOR, MÁNDAME LO QUE SEA QUE YO LO HAGO.
Antes era becario y quería comerme el mundo y ahora tengo 47 y el mundo, como decía Sabina, me merendó.
Sólo soy un loco de atar (los cuerdos de atar no existen, solo son unos farsantes) cuya mirada no ha cambiado un ápice.
Y como rezaba la revista que monté en Primero de carrera y duró hasta el final, hundiéndome con ella como en el Titanic, QUE YO SEPA, SIEMPRE QUISE SER PERIODISTA.
Hoy ha muerto en Burkina Faso asesinado por terroristas un compañero de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Navarra, David Beriain. Coincidimos en una convivencia de alumnos y profesores en Belabarce y en un piso de estudiantes de Pamplona tras cubrir el periodista argentino Hugo Alconada y yo una manifestación contra el asesinato del concejal Tomás Caballero. Recuerdo que habló de la novela ‘Territorio comanche’, de Pérez Reverte.
A menudo me quejo de tener un trabajo de oficina, funcionarial. Sentado en mi silla edito teletipos, coordino alguna sección y hago reportajes y entrevistas.
Siempre tuve en alta estima a este chico, y alguna aventura suya me llegaba, como cuando deambulando por Irán le atendieron de fábula unos aldeanos al decirle que era del Osasuna (jugaba un tal Nekouman y dos más).
Así que me quejaré menos en mi mullida silla porque yo estoy vivo y el héroe muerto.