Notas desde nuestras trincheras

Notas desde nuestras trincheras

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Categoría: Coaching

Adictivo como la Coca-Cola. Así es el último libro del diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto, ‘Notas desde la trinchera’.
Cada vez que paso un capítulo, me acuerdo mucho de mi padre (se descojonaba en el buen sentido el exvicepresidente mundial de Coca-Cola y ahora vendedor del Aquarius del Congreso cuando se lo confesé antes de empezar la entrevista la semana pasada). Un hombre que, como él, trabajó para los yanquis, y, como él, cumplió el sueño americano.

Eso sí, Antonio Faya Ramos no empezó de 0 sino de -4. Era de origen muy, muy humilde. Su familia tuvo que dejar un pueblecito de Jaén que todos o casi todos los inviernos se queda incomunicado y se marcharon a Puerto Sagunto, a los altos hornos (por cierto, mi abuelo Domingo fue de los primeros en sacarse el carné del PCE). Allí pasaron penurias inconfesables y hasta casi murió de una neumonía (tenía ya la mortaja lista). Estaba haciendo la mili y surgió la oportunidad de ir a Rota, estaban construyendo una base militar los americanos… O a la guerra de Sidi Ifni (algunos compañeros murieron allí). Dio un paso adelante cuando pidieron voluntarios (no sabía inglés) y al acabar la mili, se arrancó las bandas rojas del uniforme de Marina para tener unos pantalones decentes para trabajar. Se hartó de ver películas en la base, hizo amigos americanos con los que practicaba el idioma, montó una red colaborativa en el curro… Y llegó a ser uno de los jefazos de RRHH, recibió la Cruz al Mérito Naval y se emocionó cuando le sustituyó un abogado.

Ahora que veo cómo se consume rápidamente cuidando de mi madre enferma, es cuando más me emociono con las notas de una trinchera del antiguo fat cat de la compañía de la chispa de la vida.
Hay una cosa del libro de Marcos que me gusta por encima de su agilidad, amenidad, anécdotas, chascarrillos, citas de cine y libros, buenos consejos, cercanía, empatía, espíritu docente, etc. Y es que lo firma un poeta.

De poeta a poeta y de pirata a pirata GRACIAS. Tú te hiciste unos cuantos rallies por el desierto, yo uno larguísimo, de más de 12 años, que me está curtiendo y que aún no ha acabado.