Germán Yanke: amigo, maestro y jefe

Germán Yanke: amigo, maestro y jefe

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Categoría: Periodismo

Hace dos años se fue sin hacer ruido -como a él le hubiera gustado- Germán Yanke, periodista, escritor, columnista, poeta, tertuliano, exsubdirector de El Mundo del País Vasco -donde fue mi jefe en el triste verano del 97-, exdirector de Época, exdirector del informativo ‘Diario de la noche’ de Telemadrid… y, por encima de todo, mi amigo.

Germán Yanke y Javi Faya
Javi Faya y Germán Yanke, en 1997.

Estoy seguro de que allá donde esté no le hará ni puñetera gracia que le dedique estas líneas y menos que aplauda algunos de sus logros, principalmente el de haber plantado cara a la expresidenta de la Comunidad de Madrid y condesa consorte de Bornos y de Murillo… y de la charca de ranas. Ella es Grande de España, pero Germán fue Grande del Periodismo, porque hay que tener ‘un par’ para hacer preguntas impertinentes y replicar a la persona que te está dando de comer en el medio público en el que trabajas, sobre todo, teniendo en cuenta la legión de lameculos, comefelpudos y periodistas mercenarios que, tristemente, pululan por este mundillo de la Comunicación.

Cierto es que a él le puso en Telemadrid mi paisano Javier Arenas, pero no es menos cierto que una vez que al pez lo echaron al estanque, éste nadó libre y feliz a corriente y a contracorriente que, en el fondo, es lo que cuenta y lo que los ciudadanos valoran… y los políticos de raza -que los hay, como los periodistas-, que son los que no temen a las críticas porque tienen recursos más que de sobra para defenderse, los que no saben lo que es descolgar un teléfono y llamar al director de un medio de comunicación, ni elaborar listas negras… y tantas cosas.

He hablado con unos cuantos maestros del Periodismo y todos me dicen lo mismo: que era una buena persona y que no se callaba nada. Por eso precisamente fue vetado en no pocos lugares por más de una hiena de la profesión que ahora se da golpes en el pecho loando su figura con un DEP y que presume de haber sido demócrata toda su mezquina vida en este oficio tan ingrato y, a la vez, tan maravilloso gracias a gente como Germán.