«Es la primera vez que un hombre me hace un regalo»

«Es la primera vez que un hombre me hace un regalo»

Categoría: La vida

Hoy no tengo ganas de hablar de política sino de regalos. Siempre he sido una persona detallista y más de una vez me han malinterpretado.

Si tú has recibido algún regalo mío debes saber, si no lo sabes ya, que no espero nada a cambio, créeme. Si acaso una mirada de niñ@ con ojos de semáforo cuando estés a punto de abrirlo. Y si me devuelves una sonrisa… Dios!!! Soy el hombre más feliz!!!

Yo he tenido mucha suerte, la verdad. Recuerdo el barco pirata de los clicks, la chaquetilla de entrenamiento de los Celtics que me trajo mi padre de América, una camiseta de los Celtics con las caricaturas de Larry Bird y cía, la raqueta de tenis Donnay Junior, la tabla yanqui de corcho para las olas, la bicicleta Akimoto, el paseo más maravilloso de la Historia de la Humanidad (por el parque de María Luisa de Sevilla), este blog, una palomita fosilizada que guardo en el coche como la cruz que le dio Francesca a Robert en ‘Los puentes de Madison’, un amanecer andaluz, una carrera de Periodismo en la Universidad de Navarra, los tirantes de El Mundo que me dio Melchor Miralles, la noticia de que iba a ser padre…

Como el cuento del príncipe y la golondrina, y siguiendo los ejemplos de mi madre y la ‘abuela’ Lola, lo he dado todo en mis 45 años porque pienso que la vida sin intensidad no es vida y que el corazón no está solo para bombear sangre y latir sino para desgastarlo porque si no lo haces tú derrochando amor, la Naturaleza fría y sorda lo hará. Y es que no hay mejor negocio que amar el mundo apasionadamente.

He hecho regalos que me hicieron sentir mejor persona y por los que miraba al Cielo y decía: «Ahora me puedo morir, ya estoy listo, Señor».

Como una comida de Nochebuena con amigos que trajo esperanza a perdidos y dignidad a un matrimonio de comediantes convertidos en vagabundos. O una camiseta del Barça para una niña a la que adopté como sobrina.

O una figurita de la Virgen de mi pueblo para una familia que quiero mucho y veo poco, pero me quedo con un pastillero del Cristo de la borriquita de Rota.

Voy poco a Misa pero ese día fui a la capilla de San Roque a encender velitas con cerillas de penitencia, con las que irremediablemente te quemas los dedos y te ponen a prueba (por si las blasfemias).

Me puse a charlar con la señora que vigilaba la capilla y vendía artículos religiosos. Y apareció ella…

Era una mujer de 61 años que aparentaba 73, muy muy dejada, solterona con vestido de viuda… y dedos gordos como patatas de manos deformes. Parecía una bruja. Buena, pero bruja a fin de cuentas. Y con una tristeza infinita.

La oí hablar con mi amiga y contar su historia: siempre cuidando de sus padres y ahora sola, completamente sola, soportando a unos caseros sin alma que la querían echar de la casa. Sentí una sacudida en todo mi cuerpo y parte de mi alma. Me dominó una luz interna que brotaba de mi gordo corazón.

Me apiadé de ella, sentí amor, un amor incondicional, una voz que me susurraba: «Ayúdala, alivia su dolor». Ojalá hubiera podido solucionarle todo (tomamos nota mi amiga y yo, llamamos al ayuntamiento sin éxito; ella desapareció y no nos dio su teléfono), pero intenté calmarla contándole mi plan… Y como no sabía si funcionaría (en otras estaciones de la vida con otros pasajeros lo logré), quise darle algo de lo que había comprado: llaveros, imanes de coche… Encontré un pastillero que era para mí y supuse que, como así fue, le sería útil. Pero llevaba escrito su nombre, que lo olvidé pronto.

Ruborizada, no sonrió porque un día se le olvidó cómo hacerlo, pero sus ojos cansados de una vida desatenta me lo dijeron todo: «Es la primera vez que un hombre me hace un regalo».


2 Comments

Juana Sánchez González

23 octubre, 2019 en 9:14 am

¿Por qué las personas que escriben con el corazón y emocionan no escriben para que las lea el mundo entero?
¿Por qué este texto que es algo más que palabras no es portada en todos los periódicos?

Nos creemos tan importantes (se creen)
Nos creemos eternos (lo creen)

Y la vida no es lo que anhelan o lo que tenían pensado, la vida es ESTO y lo que pasó.

Pero lo mejor es como bien dices: ser feliz con esos momentos que nos regala. Y aguantar los malos de la mejor forma, pero los momentos buenos… ay… esos hay que atesorarlos (qué listo eres je) porque siempre te puedes refugiar en ellos, hacer un montoncito, un buen colchón y dormir sobre ellos calentito hasta que pase el temporal.

La vida es perra y también maravillosa.

Gracias por tu regalo.
Gracias por hacerle ese regalo a ELLA.

Gracias

Inés

1 julio, 2020 en 12:45 pm

Precioso